Octubre de 2019 en Chile: a dos años del gran levante popular

Octubre de 2019 en Chile: a dos años del gran levante popular

Miles de manifestantes salieron a las calles de las principales ciudades de Chile en los días 18 y 19 de octubre de 2019. El desencadenante de las protestas fue el aumento en el precio de los boletos del Metro en 30 centavos, que pasó de 800 a 830 pesos (aproximadamente 4,80 reales) en las horas pico. El gobierno de Sebastián Piñera justificó ese aumento por el alta del precio del petróleo y el dólar, y la modernización del sistema. Desde 2010, no se habían reajustado en esta proporción.

Ésto es algo similar a lo que sucedió en Brasil en el 2013. El aumento de los boletos fue la gota de agua que colmó el vaso de la paciencia de los trabajadores y de las masas en Chile contra la política económica de ataques descarados. 

Las protestas evolucionaron rápidamente desde el repudio al aumento del precio de los boletos del Metro al repudio al modelo económico impuesto contra la población desde la Dictadura Militar encabezada por el general Pinochet.

La policía fue insuficiente para contener el alto descontento de la población desesperada. El gobierno del millonario Piñera decretó el “estado de emergencia” y ordenó la presencia de personal militar en las calles de la capital.

El sábado 19 de octubre de 2019, miles de personas participaron en un cacerolazo en Santiago de Chile y en otras ciudades del país. En el centro de Santiago y en barrios de clase media como Nuñoa, Providencia y Maipú, los cacerolazos contra el gobierno fueron aún más fuertes. 

En otras regiones y ciudades, como Valparaíso y Viña del Mar, ubicadas a poco más de 120 kilómetros de la capital, también hubo manifestaciones con miles de personas gritando consignas contra Sebastián Piñera.

¿Pero no era Chile el modelo de prosperidad en América Latina?

Chile fue, junto con Argentina y Uruguay, el laboratorio utilizado por el imperialismo norteamericano para imponer las llamadas políticas “neoliberales” que fueron empujadas por sus sangrientas dictaduras militares. En Chile, fue donde estas políticas avanzaron más, destruyendo todo el sistema de asistencia social y los programas sociales que habían surgido hacía décadas y que se habían fortalecido durante el gobierno de Salvador Allende, que fue derrocado por el golpe militar de 1973. 

Debido a la crisis capitalista mundial de 1974, Chile casi colapsó, en 1976, lo que solo no sucedió porque el dictador Augusto Pinochet no tuvo tiempo de privatizar la principal empresa pública del país, Codelco, que hoy, controlada por grandes capitales extranjeros, es una de las más importantes del sector del cobre.

Para la población, la “eficiencia” de las “reformas” significa que el acceso a la salud y la educación es inaccesible; prácticamente todo privado, costoso y de baja calidad. No por casualidad, las protestas estudiantiles han estado en las calles durante años.

La desigualdad social se ha disparado. Las pensiones son miserables y están vinculadas a los bancos y específicamente al parasitismo de la burguesía chilena y del imperialismo.

Los servicios básicos son muy caros considerando el ingreso promedio de la población.

La represión contra las comunidades indígenas, especialmente los Mapuches, se ha intensificado debido a la voracidad de los terratenientes y los capitalistas.

Muchos más Chiles aparecen en el horizonte

La explosión en Chile representa la explosión de la estabilidad del sistema capitalista mundial en uno de los puntos más débiles del sistema. Lo sorprendente es que estalló sólo unos pocos días después que se haya controlado temporalmente el mayor levantamiento popular en Ecuador de los últimos 14 años.

Paralelamente al levantamiento en Chile, se produjo una rebelión popular en Haití. En los últimos años, hubo la rebelión popular en Colombia.

Una situación altamente explosiva está creciendo en Brasil, Argentina y en toda la región.

En el próximo período, los levantamientos populares tienden a convertirse en la norma y ya no serán la excepción.

La crisis capitalista actual es la continuidad de a crisis capitalista de 2008 que nunca se cerró. Éste es el combustible principal de la generalización inevitable del movimiento de masas.

La burguesía pone en juego el endurecimiento del régimen político, la represión, el fascismo en los países desarrollados y las dictaduras militares en los países atrasados. 

En los días 17 a 19 de octubre de este 2021 llamamos a retomar la lucha en toda la América Latina.

Para el próximo período, está puesta la confrontación abierta entre la burguesía imperialista y la clase obrera mundial.

El papel de los revolucionarios es agruparse para impulsar los frentes únicos de los trabajadores y los frentes revolucionarios antiimperialistas. 

Es necesario construir agrupamientos revolucionarios orientados a organizar la lucha de los trabajadores y de las masas

Levante ! Organize-se! Lute!
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